Juan y su nave de cartón

Juan era un niño callejero, sus padres lo habían dejado solo desde los dos años de nacido, por un tema de dinero y de pareja. Con esos antecedentes cliché, pero ciertos, en definitiva Juan vivió de una forma dura, recogía su comida de tachos de basura y sobras de restaurantes. Durante su niñez absorbió la tristeza de las calles, el frío de la noche y la amargura matinal de los trabajadores. Una noche mirando el cielo desde una caja que usaba como nave imaginaria, voló hacia lo que él suponía como espacio, enfrentándose a meteoritos de papel y extraterrestres sin inteligencia. A la vuelta de su viaje, Juan había crecido ya cuatro años era casi un adolescente y seguía sentado en su cajita pero ahora empezaba a sentir cosas en su corazón, latía diferente, parece que Juan comenzó a sentir cosas, el no entendía, pero era por una niña. La pequeña era una vecinita que también tenía una cajita. Desde ese momento lo único que hacía Juan era absorber lo poco de alegría que había por las calles, juntaba noticias buenas de los diarios viejos, le daba de comer a gatitos y ayudaba a las señoras mayores por unas monedas. Así, Juan, luego de un año marchó con su vecinita, juntaron sus cajitas, formando una gran caja, más fuerte, volando juntos en sus propios espacios de papel y extraterrestres sin inteligencia.